"A pesar de los esfuerzos por homogeneizar la práctica médica, existen profesionales que sobresalen por encima de los demás. El concepto de excelencia clínica surge de la necesidad de reconocer a aquellos profesionales sanitarios que aportan un valor añadido a la práctica clínica y a las instituciones a las que pertenecen.
Y puede enfocarse desde una doble perspectiva complementaria, la del profesional y la de la institución o sistema que presta servicios sanitarios.
Hay una práctica clínica de excelencia que tiene que ver con el perfil clínico de aquel profesional que no se conforma con lo correcto sino que aspira a lo excelente.
Esta es una posición de uso del conocimiento, técnica y sobre todo ética, que tiene que ver con el proyecto vital y profesional de cada uno. Es, por decirlo así, ejercer la clínica con sabiduría y prudencia. Un clínico excelente debe manejar la relación clínica, la información, identificar el bien para el enfermo de acuerdo a las preferencias de éste, exponer los cursos posibles de acción en función del conocimiento actualizado y validado y cooperar en la toma de decisiones del curso óptimo ponderando todos los factores, y entre ellos, la eficacia, la efectividad, la eficiencia, la equidad, la transparencia y la ausencia de conflictos de interés.
Si hablamos de excelencia en cuanto a la atención sanitaria nos encontramos con que se ha llevado esta idea a la oferta de servicios basados en la “evidencia” en los que pueda deducirse efectividad y eficiencia, así como seguridad, y en los que se busca la difusión de herramientas de apoyo a esta práctica excelente.
Además, estos servicios necesitan unos procedimientos que garanticen que efectivamente funcionan con ese plus que va más allá de lo convencional. Por eso existe ese concepto adicional de que además de basar sus decisiones en la mejor evidencia disponible pueda certificarse o acreditar ese camino hacia la excelencia.
Por tanto, la búsqueda de la excelencia clínica debe ser una meta para el profesional y para los sistemas sanitarios, y en este sentido se han dado pasos necesarios de reconocimiento y acreditación de la calidad y la eficiencia. La excelencia clínica debe ser el único camino.
Los profesionales debemos, pues, buscar la excelencia clínica, o lo que es lo mismo, una atención de calidad, segura, eficiente y orientada hacia los pacientes basada en el conocimiento y el criterio para juzgar la evidencia disponible, basada en el profesionalismo y en el humanismo, así como basada en la información y la autoevaluación.
Cuando los gestores se acercan a estos profesionales excelentes, colaboran con ellos, comparten herramientas de gestión de la calidad y de procesos, y les permiten desarrollar su liderazgo con autonomía, hablamos de gestión clínica.
Los objetivos de la gestión clínica deben ser asegurar la calidad asistencial, la toma de decisiones seguras, disminuir la variabilidad clínica, utilizar los recursos disponibles de forma eficiente, favorecer la efectividad en la toma de decisiones y promover la continuidad de cuidados como elemento clave para garantizar la calidad asistencial.
La base de la Gestión Clínica es una buena gestión de los procesos asistenciales."
(Tomado de “La excelencia es el camino. C de la Coba, F Carballo, CA Arenas. SEPD, Madrid, 2014.)
Dicho esto, la SEPD está apostando por desarrollar y facilitar herramientas que resulten útiles para los líderes de unidades y/o servicios.
Los dos proyectos principales en curso en esta línea son: RECALAD y EFIC_AD.